En algún post de este blog ya se habla de lo importante que es tener amigos que saben, para asesorarse. Es difícil saber de todo y es imposible acumular por uno mismo las experiencias que algunos amigos tienen y que estarán encantados en comunicarte, "aunque" tenga que ser con unas cervezas por medio.
A este nuevo amigo lo conocimos el año pasado en Puerto Colón. Desde entonces navega en La Peregrina. Es un joven manitas, muy tranquilo. Hace unos años compró un casco de acero de treinta y tantos pies. A diferencia del "Outro Adaxe", este barco ya había navegado, pero estaba muy abandonado. En sus manos vivió una segunda juventud. Hace un tiempo lo vendió y se compró un barco de ferrocemento más grande, con el que hizo charter por el Caribe. Desgraciadamente el verano pasado, mientras él estaba en Azores o en O Grove, el barco se fué a pique en el fondeadero de Puerto Colón.
Hemos pasado un par de semanas en La Peregrina, y allí volvi a encontrarme con este hombre de mar. La libreta en la que tomamos apuntes con todo lo que sea útil para el "Outro Adaxe", la que acumula todo lo que pensamos en ratos libres o charlando on los que saben, llenó nuevas páginas con sus conocimientos y experiencia. Al final del crucero, nos ofreció -creo que no con poco dolor- buena parte de lo que había puesto a salvo de los rateros. Así que el "Outro Adaxe" acumulará a su propia vida la historia de otros barcos, un barco-baúl de recuerdos. Al ajustar el rumbo en el piloto automático o al consultar la posición en el GPS no podremos evitar el recuerdo de aquel palo que todavía emergía. Haciendo una concesión a la lírica en este blog presuntamente técnico, podríamos decir que ese palo, emergiendo de las aguas panameñas, parecía como una mano que asoma por la ventanilla del tren, despedida hacia un viaje sin retorno a los reinos de Neptuno y Poseidón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario