Contratar el transporte y volver a Oliva, a preparar todo para la carga era el siguiente objetivo. Jobo y Pedro me acompañaron. Don Pedro y Jobó. Un viaje de placer. Aprovechanmos para realizar las primeras mediciones y realizar algunas últimas comprobaciones. Jobó para ayudarme en la trabajosa labor de recolección de los materiales, empaquetado, carga en el barco, etc.
Al remover lo almacenado aparecieron aún más cosas de las previstas. Todo fue cargado en el propio barco, en el interior o en cubierta, excepto las dos toneladas de plomo, que las cargamos sobre la plataforma del camión.
En algún momento temimos no poder alcanzar el objetivo: el camión pudo acceder al recinto muy dificilmente. De hecho, para paoder entrar alguna rueda dejó de pisar en firme. Al final fue posible y, además, comprobamos que la salida iba a ser más sencilla.
La jornada fue transcurriendo, pero sin descanso ni tiempo bastante para sentarse a comer. Cargamos el plomo sobre la plataforma, llegó la grúa y la primera oportunidad de ver las formas del casco desde un ángulo singular.
Cuando el camíón arrancó comprobamos que, si los ratones suelen ser los primeros en abandonar el barco... los gatos son los últimos. La cantidad de madera almacenada en el interior y los mil rincoque del barco habían tenido oculto al gato firmante de los penetrantes olores que contenía el barco.
Ya sin pasaje, el camíon inició sus más de mil kilómetros de ruta... nos vemos en Vilaxoán.
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